Tareas de los niños

Mis Hijos, sus tareas y yo

 

¿Cómo ayudamos a nuestros hijos cuando no les va demasiado bien?

 
Seguramente nos hacemos esta pregunta cuando observamos que los chicos no realizan sus tareas escolares cotidianas y van pasando los días con la promesa de estudiar pero no lo hacen. He aquí algunas excusas:

  • «Mañana lo hago».
  • «Juego un rato y ya empiezo no tengo mucho que hacer».
  • «Uy me olvidé la carpeta en el colegio y no tengo la tarea».
  • «Le presté la carpeta a un amigo y no me la devolvió».
  • «La prueba es el viernes, ya repasé». Y resulta que ese repaso consistió en dos minutos leyendo una hoja mientras en la computadora sonaba un tema musical o la televisión estaba prendida.

Al llegar las evaluaciones de la primera etapa del año nos encontramos con la sorpresa. No le fue tan bien como esperábamos. Ha dejado tareas incompletas y hemos recibido notas de la profesora.

Esto claramente nos afecta como padres y surgen las siguientes preguntas:

  • ¿Y ahora qué hacemos con este chico?
  • ¿Contratamos una maestra particular?
  • ¿Le quitamos la televisión y la computadora?
  • ¿Le impedimos salir hasta que mejore sus notas?
  • ¿Dejamos que haga lo que quiera?

Llegados a este punto, cuando las noticias de la escuela no son buenas comienzan inevitablemente algunas amenazas por parte de los padres: «Te quedas sin fútbol o danza», «No vas al cumple de tu amiga», «Te quedas una semana sin salir», etc.

Y estas reacciones son producto de la impotencia de los padres, quienes habitualmente no saben qué hacer para que sus hijos cambien de actitud.

El encuentro con la realidad escolar nos permite preguntarnos si es conveniente ayudar a nuestro hijo a desarrollar ciertos hábitos de estudio que todavía no ha adquirido o por el contrario ayudarlo a repasar, reforzar o aprender algunos contenidos con los que muestra dificultad.

En la gran mayoría de las ocasiones, y debido a las prisas diarias, no nos paramos a leer el libro de comunicaciones y tampoco nos detenemos a monitorear si las tareas están al día. Estas dos cuestiones resultan fundamentales para no encontrarnos sumergidos en un problema que luego nos resulta difícil resolver.

Aquí ofrezco algunas medidas de prevención que no fallan.

Diálogo con uno mismo.

¿Cómo lo hacemos?
Obviamente, dándonos un tiempo para pensar sin actuar impulsivamente.

  • ¿Mi hijo puede con esto?
  • ¿Me está pidiendo ayuda?, ¿Puedo ayudarlo?
  • ¿Hago la tarea con él?
  • ¿Dejo que siga con sus problemas y no lo castigo por ello?
  • ¿Tolero el fracaso escolar de mi hijo?
  • ¿Cómo manejo mi frustración como padre y mi responsabilidad de ayudarlo?

 

Diálogo con los hijos

Si eres honesto y abierto posibilitarás un intercambio de información y sentimientos. Dialogando con tus hijos lograrás transformar un posible interrogatorio en un tiempo de encuentro.

He aquí varios ejemplos para abrir el juego:

  • ¿Cómo vas en el cole?
  • ¿Estás al día con las cosas? Avísame si necesitas ayuda y vemos qué podemos hacer.
  • ¿Puedo ver tus cuadernos?
  • ¿Tienes alguna prueba?
  • Si tienes alguna duda o no entendiste algo en clase pregúntale a la maestra. Que no te de vergüenza.
  • No te preocupes si no te fue del todo bien. Te vamos ayudar a administrar tu tiempo.

Llegado este momento tenemos la oportunidad de instalar o recuperar rutinas perdidas o debilitadas que favorezcan el clima de estudio y establezcan nuevamente las prioridades y expectativas familiares.

 

psicología

¿Cuándo necesitan los chicos clases particulares?

¿Necesitan los chicos clases particulares cuando sus notas no son lo que los padres esperan o cuando realmente muestran dificultades con una asignatura en particular?

El temor al fracaso escolar o al bajo rendimiento de los hijos es un miedo de los padres que a veces desestabiliza las posibilidades reales de cada niño.

Lo mejor es buscar ayuda oportuanmente antes que la situación academica del niño se complique aún más. Una profesora particular suele solucionar los problemas académicos del niño fomentando habitos de estudio y modificando la relación del niño con su propio aprendizaje.

Si finalmente se llega a la conclusión de que nuestro hijo necesita ayuda lo mejor es compartir esta idea con el niño, su profesora y nuestra pareja.

Aquí ofrezco algunas ideas

  • Hablar con la maestra sobre la posibilidad de ayuda extra y conocer su opinión acerca de ello.
  • Hablarlo en pareja y posteriormente con el niño, explicándole las razones de la decisión y escuchando su opinión ya sea para aceptar o rechazar la ayuda.
  • Hay que esforzarse para que el niño sienta esta oportunidad como un apoyo, ya que por encima de todo debemos evitar que se sienta inferior o incapacitado.

 

¿Cómo buscar a la persona adecuada?

  • Lo más probable es que algún compañero de nuestro hijo o de sus hermanos haya necesitado una maestra particular que nos sirva de referencia. Consúltalo con la gente que te rodea.
  • Preguntar en la puerta de la escuela o mandar un e-mail a otros padres que puedan recomendarnos a alguien.
  • Siempre hay que pedir referencias y es recomendable que contratar el servicio con un centro o institución especializada en procesos personalizados y que la profesora pueda desplazarse a nuestro domicilio.
  • Plantearse un plan de acción con un número determinado de clases y evaluar si se necesitan más o no.

 

Consejos para no necesitar ayuda extra

  • Mantener una rutina diaria al volver a casa. Esto significa destinarle tiempo a las tareas pendientes y luego descansar, jugar en la computadora o ver la televisión.
  • El adulto que acompaña al niño debe estar cerca del pequeño y colaborar en la organización de la tarea, aunque nunca debe hacerla por él.
  • Observar si dentro de la familia está sucediendo algo o se ha producido algún cambio que pueda estar desestabilizando al niño y le impida concentrarse en el estudio.

 

Teniendo en cuenta todos estos consejos los chicos mejorarán su rendimiento y desempeño escolar con el paso del tiempo.

Lic. Alejandra Libenson
Psicóloga y Psicopedagoga
Especialista en Educación, Crianza e Infancia
Autora del libro Criando hijos, creando personas